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Hace algunos meses, noviembre de 2012 para ser más exactos, me levanté con la grata noticia de que en España, en su camino hacia el progreso y las igualdades sociales, el Tribunal Constitucional avaló la ley del matrimonio homosexual. Esa misma noche, antes de irme a dormir, recibí un correo que me provocó la ira descomunal frente a la más pura irracionalidad, que abunda en las mentes de los más retrógrados, que se niegan a aceptar la naturaleza en su rica de diversidad.

homosexualesFue como volver a los años del generalísimo, donde a los ‘raros’ o ‘enfermos’ los perseguían, asesinaban o los encarcelaban. Por desgracia de todos, aún siguen existiendo sociedades anquilosadas, que no han evolucionado sin saber lo que es la igualdad. Había, recibido  una noticia, bastante preocupante. El Gobierno de Uganda, tenía previsto llevar a cabo un proyecto de ley para matar a los homosexuales, se trata del ‘kill the gay’. Creía que ya las sociedades no podía involucionar más. Me equivocaba. La realidad, visible sin escrúpulos, es que aún hay muchos países en la que la homosexualidad, en pleno siglo XXI, está perseguida por códigos penales, castigada con severidad e incluso abocada a la muerte. Pero, ¿qué está pasando?, pues que vivimos en una jodida sociedad, en la que se pretende invisibililizar a los colectivos minoritarios, en los que sin una sola excepción, son objeto de escarnio, represión, marginación, persecución y campañas de descrédito que, por lo general, cuentan con el apoyo desembozado y entusiasta del grueso de la opinión pública, atrapada en su inmensa mayoría, por los malditos preceptos religiosos avalados por constituciones políticas.

No puedo ser tolerante con países, personas, que por sus creencias, místicas, carentes de base racional, lleguen al punto de acabar con el derecho a la vida de una persona. Derecho inherente e inviolable al ser humano. No puedo ser tolerante cuando una sociedad coacciona y obstruye la libertad de las personas, siguiendo los malditos dogmas religiosos. No puedo. No porque sea ateo, y rechace cualquier argumento carente de lógica sustentado por una divinidad, inexistente, hasta el momento, sino porque soy persona, liberal y defensor de los derechos humanos. Pero sobretodo porque soy racional. Una ley no puede estar sujetas a creencias.  Las creencias generan inestabilidad e inseguridad por la ausencia de base científica y razón. Una ley debe estar sujeta y justificada por la razón. En este sentido, no se trata de aceptar o no aceptar, creer o no creer, se trata de respetar a la humanidad, independientemente de su orientación sexual. No quiero seguir escuchando esa historia manida, justificando la existencia de los hombres para la procreación, rechazando la homosexualidad por romper el esquema de sociedad idealista, en la que sólo y únicamente tienen cabida las relaciones entre hombres y mujeres. Nos imponen constante una forma y un estilo de vida, limitando así el derecho al libre desarrollo. La naturaleza es rica y diversa. Aceptémosla. La homosexualidad, no condiciona a nadie ni a nada. Tenemos que romper de una vez por todas con esa estructura atávica de sociedad.

En este sentido, Raúl del Río González, presidente de la Fundación Triángulo Andalucía, una entidad sin ánimo de lucro cuyo objetivo es la igualdad social de  lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, o lo que es lo mismo, que todas las personas tengan el mismo trato independientemente de su orientación sexual o identidad de género, ha hablado al respecto.

Para terminar, recordar el mayor avance que se ha conseguido en el colectivo homosexual, fue cuando dejó de ser considerada  una enfermedad  por la Organización Mundial de la Salud (OMS), excluyéndola  de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y otros Problemas de Salud, el 17 de mayo de 1990.

Por último, decir que antes de ser quiénes somos, somos personas, y como tales diferentes, no en derechos sino en condición sexual, gracias a la diversidad de la naturaleza. Por ello pido, que nadie ni nada nos coarte las libertades y los derechos como personas que somos. Nos pertenecen. Nacemos libres e iguales, por ello la orientación sexual de las personas y la identidad de género no tiene porqué cambiar estas premisas, y mucho menos, sean motivos de exclusión social, rechazo, y en el peor de los casos, muerte.

Texto: Elaboración propia

Imagen: Ilustración realizada expresamente para El Códice del Sexo por Jonay Ramírez Cruz y subida a mi cuenta de Flickr

Vídeo: Propio subido al canal de YouTube  Natael Rodríguez